""La CAZA de perdiz con reclamo no se enseña, hay que sentirla para aprenderla. Es un arte; un arte tan viejo como el toreo y tan nuevo como el sello que le otorga cada intérprete"."


"CAMBIARIA TODO LO QUE SÉ POR LA MITAD DE LO QUE IGNORO"

domingo, 15 de agosto de 2010

LA ORGANIZACIÓN BRILLÓ POR SU AUSENCIA 15 - AGOSTO - 2010

                    Hicimos el término municipal de Villablanca nuestro cazadero en esta ocasión. Observábamos como el río Guadiana nos separaba de nuestros vecinos lusos. Al otro lado, Almada de Ouro. La finca estaba poblada por completo de jaras; extensas manchas rectangulares, marcadas por amplios cortafuegos con espeso pastizal hasta la rodilla.

                    La mañana ya comenzaba mal cuando mi gran amigo Segundo nos llama haciéndonos saber que dos de sus perros se había escapado. Nunca las cosas van tan mal que no puedan ir peor. Efectivamente, fueron empeorando paulatinamente.
                    Como siempre he dicho, hay "cazadores" y cazadores. En el primer grupo están los depredadores, los que sólo buscan matar, y son capaces de tirarse rodando barranco abajo por un conejo; también, los que dicen haber nacido en el campo y no saben colocar unas puertas, ni que es cargar el viento y cruzar una mancha para cambiarse de posición.  Y en el segundo, todos aquellos que salimos al campo pensando que matar un conejo, liebre o perdiz, es la segunda finalidad de la jornada. Desde muy pequeña me han inculcado hacer siempre bien las cosas, el trabajo es el mismo, y en esto de la caza más aún, tanto en el reclamo como en mano. A la antigua usanza, sobre todo en la primera modalidad.
                      Volviendo al día de hoy, los segundos perreros, aparecieron diciendo que no llevaban perros por un problema de la bola de enganche, que había que cambiarla de coche o qué sé yo el argumento; ¿eso no se deja preparado del día anterior?. Segundo ya había llegado con sus cuatro perros.   ...   ...   ...   ... . Comenzamos a cazar a las 8.45h, excesivamente tarde para el calor que hace en Andalucía en estas fechas, pero, ya en el campo, no quedaba más remedio; Paco y yo, ya presagiábamos una jornada nefasta. Ambos comentábamos la mala organización de la jornada, con los consiguientes resultados. Si mal empiezas, mal acabas. Terminamos a las doce, no por voluntad de todos, con los perros exhaustos, y descontento en algunos cazadores.



                  













De izqda a dcha, Leonardo, Paco y Segundo.

Jornada inolvidable y para olvidar.

domingo, 1 de agosto de 2010

... PERO COMEREMOS Y BEBEREMOS - 31 DE JULIO

Hicimos nuestra llegada al coto alrededor de las 7.00 am; el día amanecía sin aire, diferente a la anterior jornada, vaticinio de mucho calor, lo que no se cumpliría del todo a medida que transcurría el mismo. Algunas nubes nos protegieron del astro.

Las sonrisas en el momento del saludo mañanero a los compañeros hablaban por sí sólas. Ya disfrutábamos de la jornada desde ese preciso instante.

Muchas escopetas y pocos conejos, tan pocos que, de camino a los cazaderos no conseguimos avistar ninguno. Mal se presentaba la jornada. Pero lo confirmábamos cuando, con los jaleadores llegando a las puertas de la primera mancha, únicamente se había disparado en una ocasión.






El afortudado en hacerlo, el compañero Leonardo,









y en cobrarlo, Juan Crespo.
















Ya en el segundo cazadero, con el sol de cara y encandilando por enciama de un cabezo, quien suscribe pudo abatir un segundo gazapo.


Un cazadero detrás de otro buscando roedores; era ya el tercero cuando las agujas del reloj señalaban las 9.35 a.m, y tan sólo, cuatro orejas en el morral.




Entre cazadero y cazadero hubo lugar para refrescarnos y tomar aire. El ánimo no decayó en ningún momento.



Tras manchear en cuatro ocasiones, a las 10.30 a.m dimos por finalizada la jornada con una percha de tres conejos.




Como bien indica el título, "... pero comeremos y beberemos". Siempre queda eso, ocasión para compartir momentos cinegéticos de otras temporadas.

























Por ésto, también merece la pena madrugar.