""La CAZA de perdiz con reclamo no se enseña, hay que sentirla para aprenderla. Es un arte; un arte tan viejo como el toreo y tan nuevo como el sello que le otorga cada intérprete"."


"CAMBIARIA TODO LO QUE SÉ POR LA MITAD DE LO QUE IGNORO"

domingo, 28 de julio de 2013

Cría en Cautividad

Ser aficionado a la caza de perdiz con reclamo no se limita a serlo, exclusivamente, durante los cuarenta días que podemos salir con el arma al campo. Para algunos, en eso consiste esta modalidad, pero para el verdadero reclamista es algo más, y cada uno de nosotros, según nuestras posibilidades y habilidades, dedicamos el resto del año a otros menesteres relacionados con el protagonista, el RECLAMO. Y decían los antiguos cuquilleros que esto, también, era cazar.

Muchos cuquilleros surten su jaulero de reclamos nacidos y criados en cautividad por ellos mismos; todo reclamista que posee un reclamo puntero, el cual posee esas cualidades, que para él, debe tener una buena jaula, pensará en obtener crías del mismo, buscando la perpetuidad de las cualidades.

Igual que la ubicación de nuestros reclamos durante el año es importante, no deja de serlo menos el espacio que se adecuará para que habite la collera. El lugar ideal, por amplitud, sería un voladero, aunque algunos reclamistas, por no disponer de espacio suficiente emplean pequeñas jaulas para tener la collera. Este detalle es relevante, sobre todo, si pretendemos que sea la perdiz la que crie a su prole.



No debemos olvidar que el voladero tenga espacios con sol y sombra durante el día, y escondrijos donde las perdices puedan refugiarse en caso de desearlo.

Estos refugios pueden hacerse con garbas de ramas de olivo, almendro, lentisco,
pino, etc. El lugar donde se haya de ubicar el nido, ha de ser de fácil acceso, si hemos de retirar los huevos a diario.

Siempre hemos de dejar algún huevo en el nido con el fin de que la hembra no lo
abandone. Aún así, algunas hembras se buscan una ubicación distinta a la elegida por nosotros, cuando se dan cuenta de
que le expoliamos la puesta. Si retiramos los huevos a diario, una hembra pura de perdiz roja, puede poner de cuarenta a cincuenta huevos.

Las hembras en cautividad, ponen un mayor número de huevos que las salvajes, provocado ello por factores como la retirada de huevos,
un pienso especial o el incremento
de horas de luz, que les ocasiona una alteración de su metabolismo. Estas medidas, junto a otras, se toman
en las explotaciones cinegéticas, para que la puesta sea considerablemente elevada.

Lo ideal para el nido es una atocha (planta de esparto) lo más seca posible. Esta planta, cuando la hay en el medio natural donde habitan, es la acogedora de un alto porcentaje de nidos.

Ante la dificultad de que la hembra incube, tenemos varias opciones. Una es que lo haga el macho, otra, una gallinita americana, y, por último, la incubadora.

Cuando la intención es que la perdiz críe sus perdigoncillos, he visto como compañeros colocan un segundo suelo
de malla, a una altura prudencial, para que cuando nazcan los pollos, éstos no piquen los excrementos y mueran por infección. Me ha llamado especial atención al ver sembrada bajo la malla alfalfa, con la finalidad que cuando ésta crezca, alcance los agujeros y tanto las perdices adultas como los pequeños tomen el verde que deseen.

Lo más conveniente, seria que la hembra se pusiese clueca y ella misma pudiese criar el bando de pequeñas alectoris rufa, pero son pocas las ocasiones en que este hecho se produce, por lo que es habitual que el reclamista haga uso de incubadoras o de las archiconocidas gallinas americanas o inglesas.

Si optamos por la primera solución, tendremos que estar muy pendientes de la humedad que necesitan los huevos, y del posterior calor que precisan los pollitos en sus primeras cruciales horas de vida.

Criadora de primeros días, empleada, habitualmente, para los polluelos que nacen más débiles. Permanecerán ahí los primeros cinco o seis días de vida.


Si es la gallina quien incuba los huevos, será ésta la que le proporcione un calor más natural. En ningún momento debemos pasar por alto,
desparasitarla interna y externamente antes de soltarla en el voladero.


Como ya he comentado anteriormente, lo más natural es que la hembra criase los polluelos, pero también es extraño que una perdiz en cautividad incube sus huevos; por lo que en ocasiones, podemos observar como el macho es el encargado de la incubación y posterior cría, de lo contrario, estaremos pendiente de retirarlo cuando los huevos estén a punto de eclosionar.

Si importantes son las primeras horas de vida de los pollos por el calor que precisan, el reclamista debe poner especial atención a la alimentación de los mismos, ya que de ello depende, igual que en el ser humano, su correcto desarrollo, pudiendo así evitar ciertas enfermedades. Hoy día existen piensos muy logrados para cuando los pollitos estén en sus primeros estados de crecimiento. Si los complementamos con gusanos del pan, el éxito reproductivo está casi asegurado.

Con el tamaño algo mayor al de la codorniz, el reclamista los separará porque comenzarán a marcar el territorio y dejar patente su jerarquía. Esto es posible sólo si el reclamista tiene espacio para albergar un número considerable de jaulas.

La cría en cautividad es otra pequeña faceta de esta caza, que ponen en práctica algunos reclamistas; proporciona bonitas escenas, y quita el sueño durante muchas noches como si de un puesto se tratase, y todo para, en la mayoría de las ocasiones, se dé una situación contradictoria, la de criar pájaros en casa que deberían presentar mansedumbre y nobleza, acostumbrados a la presencia humana, y obtener todo lo contrario, sin saber por qué, un elevado número de reclamos ariscos y broncos. La ilusión se convierte, en pocos meses, en frustración.

Sin embargo, a pesar de todo el trabajo que ello conlleva y la poca satisfacción que genera en la mayoría de las ocasiones, el cuquillero persiste una temporada tras otra.

Aquí, como los pollos nunca se desarrollarán como en libertad, bajo el cuidado de su madre; es muy difícil que, llegado el momento puedan ser cazados como los capturados en el campo durante el otoño. Los criados en cautividad, nunca serán comparables a los camperos, por muchos cuidados que les demos, medicamentos, vitaminas, etc.

La ilusión es lo último que se pierde.

Publicación en Trofeo - Julio - Cría en Cautividad