""La CAZA de perdiz con reclamo no se enseña, hay que sentirla para aprenderla. Es un arte; un arte tan viejo como el toreo y tan nuevo como el sello que le otorga cada intérprete"."


"CAMBIARIA TODO LO QUE SÉ POR LA MITAD DE LO QUE IGNORO"

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Completando el jaulero


La cuenta atrás nunca para, pero es en este mes cuando ya comenzamos a sentir que nuestro corazón se acelera algo más. Hacia finales de octubre, es hora de cumplir con el ritual de hacer acopio de los nuevos miembros de nuestra gallera. ¿Por qué a partir de este mes? Es en esta fecha cuando el pájaro ha pelechado definitivamente, cuestión importante a tener en cuenta. Ello no quita que se pueda adquirir en cualquier otro momento del año, sobre todo en abril y mayo, ya que serán bastante más económicos, pero con los inconvenientes de que no podremos tirarle y que pueden ser reclamos de desecho, sobre todo si el que los vende es aficionado también. En el mes de octubre la veda lleva abierta un par de semanas y algunos cazadores se convierten en nuestros proveedores provisionales, proporcionándonos pollos o algarines alicortados o cansados en cacerías.
Los reclamos deben alcanzar su pleno desarrollo en el campo. De esta forma, los pollos podrán ser enjaulados y cazados a su debido tiempo, sin tener que esperar al final de la temporada cuando, por motivos obvios, las de campo escasean y están difíciles de meter en plaza. O lo que es peor, dejarlos para segundas sin haberlos sacado, porque no se apreciaban en ellos las cualidades requeridas como para hacerles algún puesto.
Antaño, esta búsqueda iba dirigida, casi exclusivamente, a los pollos capturados de pequeños, y posteriormente, recriados en cautividad. Esta forma de obtención de reclamos era muy complicada, pues conocida es la sensibilidad de los pollitos a las enfermedades propias de la cría en espacios reducidos, y el porcentaje de bajas era muy elevado.
Adquirir reclamos a día de hoy no supone ningún problema, ya que de las explotaciones cinegéticas se puede uno surtir de todos los que desee y en cualquier momento. Muchos reclamistas optan por criarlos ellos mismos, como se ha podido explicar en artículos anteriores.



A día de hoy, la producción industrial lo ha simplificado todo. Y de tanto simplificar, ha reducido hasta el número de perdices autóctonas, queriendo aparentar todo lo contrario, ya que donde se realizan sueltas, el número de éstas cada vez es más reducido, como el de cazadores que saben de qué va el tema, habiendose incrementado el número de seudo cazadores, que hoy en día, podría decirse que son inmensa mayoría, de forma que de cualquier rincón de nuestra España reclamista salen multitud de entendidos, como si, habiendo pasado por la universidad del reclamo, tienen muy claro cómo hay que ejercer esta modalidad.
Lo que hace varias décadas era empresa harto dificil, hoy en día es algo tan simple como el mecanismo de un chupo. A día de hoy, en cualquier gallera hay un pájaro bandera y unos cuantos "media cuchara" para cubrir el expediente. Y antaño, un bandera, se moría el cazador de viejo y con más temporadas que un equipo de futbol, y no lo conseguía. Afortunadamente para unos, para otros no, gracias a las granjas, hasta el más negado para ésto conseguirá varios punteros. Y es que la granja surte de reclamos, y lo más importante, "de campo", a precios módicos a todo aquel que le agrade dar gusto al dedo, ya que, en la mayoría de las ocasiones, el número es lo que da categoría al humano en las aficiones cinegéticas.
De tal forma que los impulsores de las granjas, han emborronado el proceder de cómo entendían el reclamo los que llevan cazando más de cuarenta años, e inculcando en los nuevos reclamistas un concepto engañoso de esta modalidad originado por el comportamiento de la mayoría de las "patirrosas". Muchos aún intentamos permanecer dentro de lo que nuestros detractores denominan purismo, pero por desgracia para la modalidad y la caza en general, los amigos de lo fácil, son inmensa mayoría y han conseguido, salvo puntuales excepciones, que la perdiz híbrida pueble casi la totalidad de España.
También hay que mencionar a los furtivos, los que con infinidad de métodos los cogen de pequeñitos o mayores. Aunque es ilegal dicha práctica, la hubo en el pasado, se sigue ejerciendo en el presente y formará parte del reclamo en el futuro, ya que allá donde haya cazadores de reclamo, muy cerca se encontrarán éstos.
Como podemos ver en este mundillo, podemos identificar diversidad de vendedores. Las granjas, los ilegales, los que crían en casa, los que poseen exceso. Si de alguno rehuyo, es de ese que nos considera "ricachón" de turno por ser aficionado a la caza y piensa que puede exprimirnos como a una naranja.
Como el gusto es libre y el aprendizaje sobre reclamo nunca finaliza, existen infinidad de vendedores y compradores con un conocimiento limitado sobre lo que es un buen reclamo, entendiéndolo como aquel que canta con frecuencia y continuidad.
Si estamos dispuestos a realizar negocio con un vendedor con fama de poseer pájaros buenos, es conveniente solicitar probarlo, teniendo muy presente la fecha en que se realiza la probatura, ya que si no es época de celo, es probable que el avispado vendedor se lo haya provocado artificialmente.



Algunos personajes dedicados a estos menesteres, se niegan a poner precio a la jaula objeto de prueba, ya que si el media cuchara resulta que da un puesto más que aceptable, y el comprador lo tendrá por muy bueno, conforme a ello habrá que pagar por lo que luego puede ser algo menos que un media cuchara.
El precio en muchas ocasiones no es sinónimo de calidad.
Considero que si un vendedor permite hacer una prueba sin estar presente, es porque el comprador es de mucha confianza o porque sabe lo que va en la jaula. De lo contrario acompañaría al interesado, y dentro del puesto, pondría precio. En las pruebas hay mucha picaresca, ya que numerosos pájaros responden ante algún sonido del vendedor, un gesto o si lo coloca él mismo en el tanto. Y la gracia está cuando el adquiriente se hace con él y lo cuelga en el tanto.
Comprar un pájaro a sabiendas que va a servir, es algo que no forma parte del concepto que poseo sobre el reclamo. Cada etapa de esta modalidad tiene su pequeño encanto, y que me den parte del trabajo ya realizado hace que esta forma de cazar pierda el aliciente.
El primer tiro que se le da a un pájaro, después de tenerlo en casa y observarlo cada día hasta el momento de llevarlo al campo, genera una satisfacción, una emoción que embriaga tanto hasta perdurar en nuestro reloj mental de forma indefinida. Y esa satisfacción, para el purista, no es la misma, si en el tanto hay un pájaro tirado por otro en su previa preparación.
Tengo un conocido, amante del reclamo a su manera, ya que su gallera está formada a base de talonario, que le hace infinidad de perrerías al alumno en prueba. Con la collera en plaza, he visto como tose, hace ruido para que ésta se marche, y comprobar que el examinado sigue empecinado en su trabajo. Hasta he podido comprobar como les ha errado tiros. Todo ésto puede originar resabios en el reclamo y pasar factura más temprano que tarde.
Desde mi punto de vista, considero que no hay un patrón en cuanto a apariencia se refiere a la hora de elegir un reclamo, pequeño, grande, pati largo... Con cualquier rasgo puede ser una buena jaula.


A ninguno nos agrada que un pájaro brinque, alambree o quiera escapar por la piquera cuando nos acercamos, pero hasta esos intratables pueden salir notable alto. No podemos olvidar a la hora de quedarnos con alguno, que en el celo se encuentran mucho más inquietos que en la muda. Pocos somos los cazadores partidarios de los algarines o alicortados debido a su comportamiento bronco y arisco una vez enjaulados. Como en casi todo en esta vida, lo más buscado es el individuo noble y con alto nivel de tranquilidad, y de la nobleza a la mansedumbre, el trayecto es infinitamente corto.
Ningún arte sin pasión y sacrificio existe. Muchos pájaros y horas silenciosas en el puesto para encontrar algo aceptable.