Cuánto complace al oído, la variedad de cantos, y a la
vista, la pelea de la campera con nuestra jaula; pero este idioma sólo es
inteligible para el genuino cuquillero.
... me estremezco cuando la oigo;
el corazón se me alegra y palpita con mayor entusiasmo
y vehemencia;
esbozo una sonrisa;
la mirada se pierde en el frente, transmitiendo mis
ojos, espejo en tantas ocasiones de la felicidad, una alegría especial, la que
me origina esta caza.
Con su
sola pronunciación, en mi subconsciente se emiten, como si de una conferencia
se tratase, las diapositivas de la esencia, sabores y sinsabores que para mí
supone esta tan especial, particular e íntima modalidad.
Puesto,
sayuelas, banquillo, jaulas... todo se me amontona en la mente.
Aunque
anhelándolo todo el año, llegadas ciertas fechas claves para nuestros reclamos,
se incrementa mi deseo de encontrarme inmersa en una tertulia cuquillera,
de dos o tres amigos, puristas todos ellos, casi invisible, porque nunca
dejaré de ser una cuquillera en ciernes, empapándome
y absorbiendo las distintas formas de proceder en esta
tan controvertida manera de cazar que necesito, como
el aire que respiro, forme parte de mi vida, y de paso, volver a comentar cómo se
está desvirtuando este tan ancestral arte.
No
llevamos a cabo una modalidad ilegal, porque sabe Dios, desde cuándo es
permitido ejercerla; sin embargo, seguimos sin estar bien vistos.
Denigrados y desdeñados;
tratados como carniceros;
los verdugos de la perdiz roja.
Considero
que somos los que más trabas tenemos; en muchas comunidades cazamos a destiempo,
por estar en manos de unos profanos en la materia; se requiere más terreno, ya
que se nos obliga a dejar cierta distancia hasta las lindes, que también
se debería aplicar en las demás modalidades.
Se nos impone un cupo cada año, porque hay que
preservar el buque insignia de nuestra fauna, sin embargo, en los ojeos nadie se
acuerda de este tema y parece que se encuentren inmersos en la guerra de
Vietnam, con ansiedad porque no les da lugar a cargar el arma, la cual permite
tres proyectiles, legalmente, pero ilegalmente...
Dónde
dejamos a esos que se aficionan al reclamo por ser la última modalidad de la
temporada con tal de seguir oliendo a pólvora.
Si
alguno de estos señores fueran aficionados a la tauromaquia, no creo que, una
vez finalizada la temporada taurina, entrasen en una plaza a lidiar una res brava,
eral mismo, con tal de seguir viendo un capote acariciar el albero.
Para más
inri, el orgánico o guarda de turno, les indica dónde se hallan los comederos,
y como se suele ir a perdiz muerta, se junta el hambre con las ganas de comer,
ambos buscando cantidad, en un caso, económica y en el otro, egocéntrica.
Si se da
el caso que el "cazador" posee cierta soltura económica, puede
adquirir sus pájaros a base de talonario, y eso, para los reclamistas que esta
caza es un sentimiento hondo, es una falta de respeto hacia nosotros mismos y
hacía la forma de ejercerla. En caso contrario, se van a la granja de turno, y
con equis euros, adquieren un saco de "perdices", y si luego ninguna es
válida a su corto entender, hacen su pequeña contribución a la naturaleza,
dejándola en libertad.
Pero la
peor epidemia que afecta al reclamo es el ser humano, nosotros mismos, o mejor
dicho, aquellos que buscando la peseta, porque esto viene de muy atrás,
han ido plantando en nuestros campos semillas híbridas.
Por mucho
que nos intenten convencer de que la mayoría de las granjas tienen conseguida
la pureza -en chukar ¿no?- y que sus crías proceden de parejas camperas, no nos
quieran enredar señores, que tampoco queremos pasar por tarados o majaderos.
A fin de
cuentas, la caza de perdiz con reclamo se está convirtiendo en una modalidad
adulterada, confortable, factible y cómoda para quienes sólo buscan un número,
y cuanto más elevado, mejor, abatiendo animalitos tontainas y lerdos,
disfrazados, queriendo emular en la distancia a nuestra perdiz autóctona.
Aunque
deseen hacernos creer que llevando las perdices tantos meses sueltas en el
campo, se comportan de la misma manera que las aborígenes, a día de hoy no las
quiero, a pesar de que cada jornada que pasa, por desgracia, me resulta más
complejo hallar una perdiz roja.
En mis
comienzos, por ignorancia, desconocimiento
y otras circunstancias, he cazado, tanto en la jaula como en el campo,
granjeras, heterogéneas, tontitas, pitas, como a cada uno le apetezca bautizarlas.
Y poco a poco, en primera línea del
frente, pude comprobar que esos animales no casaban con mi precaria forma de
entender el reclamo en aquel entonces, a pesar de estar rodeada de esos que
llevan una calculadora en el bolsillo porque pierden la cuenta.
Siento
un gran respeto por todos aquellos que piensan diferente, porque cada uno caza
lo que puede o quiere, pero mientras tanto, yo lucharé por lo natural, tanto o
más como cuando lo hice para adentrarme en este mundo.
6 comentarios:
En mi modesto pensar,creo que parte de la culpa de lo que esta pasando con el reclamo,la tenemos los reclamistas.
lo que a mi nunca me a entrado en la cabeza y creo que por mi forma de ser,nunca lo ará, es que los que mas dicen defender a nuestras perdices ,son los que mas agravio y daño les causa.No veo de recivo que algunos cuquilleros por el simple echo de tener mas poder adquisitivo que otros, se crea en todo momento que esta en poseseión de menospreciar y denigrar la lavor que ejercen otras personas en la defensa de nuestra aficion,creo que en esta vida que tanto quieren primar como que el futuro es la enseñanza,deverian tener en cuenta, a las personas que se an esforsado en aprender la genetica de esta maravilla de la naturaleza y no intentar enterrar el favor que le hacen, quitando que se expolien del campo miles de perdices todos los años y no estoy ablando de las granjas.la mayoria de los cuquilleros hoy en dia se crian sus reclamos, unos con mayor y otros con menor dificultad y con eso hemos conseguido casi suprimir el expolio de pajaros.
las batidas de perdices junto a la agricultura las veo como causa principal de la decadencia de la patirroja,si a eso unimos que aun los cuquilleros no seamos capaces de unirnos en una sola voz y de una vez por todas no nos tiremos los trastos a la cabeza unos a otros,podriamos pintar un panorama mas propicio para nuestra reyna.
Respeto todas las modalidades de caza, todos tenemos derecho a disfrutar de nuestra forma de cazar,pero creo que las leyes deverian marcarse para todos igual.
no estaré nunca de acuerdo con aquellos aficionados que despues de provar un pajaro,posiblemente comprado en una granja,termine soltandolo al campo,introduciendo asi todas y cada unas de las desdichas de nuestra roja,los cuales muchos de ellos despues tienen la gracia de decir que el no es partidario de las repoblaciones,je.
Bueno como aqui hay tema para escribir un libro,dejemos que cada uno exprese su opinión,y espero que el que lo aga, respete las opiniones de los demas,pues todas son validas y respetables.
saludos.
La caza se echo a perder, desde el momento que se politizo, y como todo lo que tocan los políticos, al fina huele mal, así que cuando se junta el Don dinero y la política, acabamos hundidos todos.
Este es un tema que da para mucho, pero mucho que hablar. Un saludo desde Almeria.
Lo hablado siempre Baldomero, cuando hay interés de por medio, ya está el lío hecho.
Juan, no nos queda más que aguantarnos, y disfrutar con lo que tenemos, y por separado, por ahora, intentar cuidar lo que tenemos entre las manos.
Un saludo. Cuquillera.
Hola, que razón tenéis todos con vuestros comentarios y es que la caza, la política y el dinero no hacen buena mezcla como dice Baldomero. Cada vez se recorta mas en todo y en la caza.
Me a gustado mucho este magnifico blog a si que aquí hay otro buen seguidor.
Saludos desde:
http://cazaresmipasion.blogspot.com.es/
Te agradezco tu aportación Antonio, aquí tienes tu casa para manifestar libremente tus pensamientos.
Un saludo, Cuquillera.
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