COMO a cualquier otro chico de su edad, a Luis Agramonte Redrado, de 14 años, le gusta jugar a videojuegos y pegar tiros en entornos virtuales. Pero este bisnieto, nieto e hijo de cazadores lleva en su sangre la afición por las armas y por la actividad cinegética desde su más temprana infancia.
"Desde que tengo uso de razón, desde los 5 años, he acompañado a mi abuelo, a mi padre y a mis tíos en sus cacerías. Les he visto cazar perdices, codornices, jabalíes...", explica Luis, que reconoce que su padre José María ha tenido mucho que ver en su afición. "Mi padre me llevaba todos los días a cazar. Me ha enseñado desde pequeño. Los animales me gustan mucho y cazar es una costumbre para mí", asegura.
Con la autorización recientemente obtenida para usar armas de fuego, este joven vecino de Fustiñana, estudiante de 3º de ESO, cuenta los días para que llegue la nueva temporada de caza y poder poner en práctica todo lo aprendido desde su niñez en incontables jornadas de caza junto a su padre y demás familiares cazadores. "Desde pequeño vas para aprender. La caza no es sólo físico, sino que también tienes que aprender dónde buscar las piezas. Y sobre todo es importante aprender sobre la seguridad, que es en lo que mi padre ha hecho más hincapié. Siempre me ha dicho cómo cargar y descargar de forma segura, qué hacer y qué no hacer".
Nada más alcanzar la edad mínima que fija la legislación para usar armas de fuego, Luis se preparó para los exámenes correspondientes. Estudió legislación, repasó las partes que forman un arma y ensayó con una escopeta en las manos para superar la prueba práctica en la Guardia Civil. "Te examinan sobre la destreza en el manejo del arma y se fijan en los detalles, como si pones el seguro, cómo colocas el dedo en el gatillo, a dónde apuntas después de disparar... Son cosas que vas aprendiendo desde pequeño", enumera.
Hasta que cumplió los 14 años el pasado 15 de octubre, Luis recuerda que templaba su ansiedad "disparando con una carabina de perdigones contra fotografías de animales y recortes de revistas". Aunque admite que en más de una ocasión insistió a su padre para disparar algún cartucho en el monte, el joven es totalmente consciente de que "una escopeta no es para jugar. Hay que tener mucho cuidado con lo que haces".
Cuando se le pregunta sobre el incidente protagonizado por Felipe Juan Froilán, Luis exhibe sensatez. "Si un chaval está bien acompañado, no tiene que ocurrir nada. Yo no voy a tirar a ningún sitio si mi padre no me da el visto bueno", y añade que "si alguna vez he pulsado el gatillo para coger afición, mi padre ha sujetado la carabina. Mi padre nunca me ha dejado tirar solo". Y remata: "Mis amigos se creen que por pegar dos tiros ya puedes usar una escopeta. Y todo es mucho más complejo".
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