Este pasado fin de semana he visitado a Macarena Luque en su cortijo de La Alcaicería, en el T.M. de Venta de Zafarraya. Aunque ya conocía su finca, no dejo de sorprenderme cada vez que la visito. Abundante comida mediante la siembra de cereales, intercalados en cultivo de regadío.
Es un cazadero de ensueño, tanto de mayor, como de menor. A pesar de no ver ninguna manada de pollitos, si que se intuía la próxima eclosión, pues pudimos ver y oír varios machos coleteando a lo largo de la visita al campo.
Macarena y quien suscribe en una de las paradas que hicimos para oír los machos.
En cuanto a lo que se refiere a los puesto para el reclamo, los podemos encontrar de obra, palets y los más hermosos, los de piedra. En esta imagen se ve uno de los muchos que se pueden encontrar a lo largo y ancho de la finca. Se desconoce los años que llevan levantados, y más concretamente, éste. Queda en lo más recóndito de la finca, sin embargo, los asiduos cazadores de este cortijo, saben cómo llegar, y cada temporada, lo restauran. El resto de puestos, tanto los de piedras, palets como los de obra, son arreglados por Macarena anualmente.
Uno de los tantos típicos, de piedra, tan comunes en los cotos serranos.
Un macho al que sorprendimos cantando en lo alto de un canto, mientras su hembra incubaba.
Esta collera se ve que va mas tardía, pues la hembra aún va junto al macho.
A mediodía, junto a Carmen, cuñada de Macarena, Manolo, su esposo, un obrero y Macarena, disfruté de un suculento arroz y costilla y un no menos exquisito asado de choto -cabrito-. Todo ello regado con Masset del Lleó. La hospitalidad es la gran virtud de esta familia.
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