Es el segundo que poseo de la zona; el anterior fue el Granadino, igual de arisco que él cuando llegó a casa.
A pesar de llevar cogido toda una temporada, no ha perdido el color rojo de las patas, pico y ojos, a pesar de apreciarse bien con el sol. Un pequeño espolón redondeado, característico de los camperos.
Después de habiéndosele secado el plumaje, se ha quedado de esta guisa; parece tener mejor aspecto.
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