Espartaquito |
Por la tarde, me decido por Espartaquito; me coloco en un puesto donde Celaya hace unos días tuvo una collera, y por su bregar, no las dejó entrar en plaza. La jaula estuvo cantando 45 minutos sin oir absolutamente nada, y fue entonces cuando, lejos y en una sola ocasión, un macho reclamó. Después de una hora y cuarto, el reclamo estuvo sensacional, no tocó un alambre ni se impacientó. No se le podía pedir nada más.
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