Le entró un macho, más que con celo, para curiosear, y la jaula lo recibe bregando, inusual en él, ya que titea en el piso de la jaula y sin mover un "sólo pelo". El macho pasó de largo y detrás de una mata de romero no dejó de cantar por alto, hasta que se marchó. Media hora más tarde, cruza por detrás del tanto un macho con dos hembras. ¡Así está el celo! Como no soy de gatillo fácil ni miro el número, dejémoslas para los que vengan detrás. Los puestos, o se hacen como se debe, o eres un pelele en el reclamo.
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A las 15.30h colgué al Pollito. Sale inmediatamente. Se aprecia la falta de celo. El campo le responde sin hacer el más mínimo caso. A la media hora se amaga y no vuelve a salir.
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