Dos personas entrenan todos los días a dos perros para detectar cebos con estricnina esparcidos por el monte
Un hombre y una mujer: Wenceslao Fernández y Enar García, y dos perros: 'Brisa' y 'Tifón', forman la Unidad Canina de Detección de Venenos del Principado y trabajan desde hace un año a las ordenes de Jaime Marcos, jefe de la sección de Caza. Ayer, en los terrenos más elevados de la localidad canguesa de Següenco, se presentaron en sociedad. Y lo hicieron con una prueba de trabajo de campo bajo la atenta mirada de Belén Fernández, viceconsejera de Medio Ambiente, y José Félix García Gaona, director general de Biodiversidad y Paisaje.
La patrulla antiveneno invierte su tiempo en el adiestramiento de los canes y también acude a cualquier lugar donde les avisen de que «hay un animal muerto en extrañas circunstancias, cuando existen sospechas de que se utilizó veneno o al ser requeridos para actividades disuasorias en zonas oseras», según comentó Jaime Marcos. Se desplazan en un todoterreno que arrastra un remolque donde viajan los perros y que cuenta con un departamento que se utiliza como improvisado laboratorio.
El animal que ingiere un trozo de carne impregnado con estricnina «se muere en menos de una hora, y a veces en un minuto» y la única solución al problema será la de suministrarle algún producto que «evite una terrible agonía», explicó Wenceslao Fernández.
Para anticiparse a situaciones irreversibles hay que tener muy bien entrenados a los perros. Así, los canes 'Brisa' y 'Tifón' practican a diario y para el simulacro se usa veneno auténtico. La ponzoña se traslada «en una caja fuerte portátil y sólo nosotros sabemos la combinación». El veneno lo untan en un trozo de carne que encierran «en un tubo de plástico duro, que permite el paso del olor a través de unos agujeros» Y lo esconden en el interior del monte para que los perros lleguen hasta él.
Eso fue lo que hicieron ayer Wenceslao y Enar en una finca de Següenco, ante los responsables de la consejería de Medio Ambiente. Quedó claro que los adiestradores y los canes saben hacer su trabajo. Primero 'Brisa', una labrador retriver llegada desde Laguna de Duero, y más tarde 'Tifón', un pastor belga procedente de Canarias, apenas tardaron cinco minutos en dar con el paradero del tubo que contenía el temible veneno.
Tras la exhibición, Belén Fernández valoró que se trataba de «una magnífica pareja de perros, muy bien manejados por personas expertas». Y aseguró que Asturias se sitúa «en la zona media baja en el uso de venenos».
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